lunes, 5 de octubre de 2015

CUADERNOS DE UN EMBAJADOR SOVIÉTICO EN LONDRES

Un documento excepcional sobre los entresijos de la Segunda Guerra Mundial


Ivan Maisky (19 de enero de 1884 – 3 de septiembre de 1975). Embajador de la URSS en Londres de 1932 a 1943.

Podemos imaginar la alegría del historiador Gabriel Gorodetsky cuando tuvo acceso a las 1.500 páginas de notas manuscritas redactadas por Ivan Maisky, embajador de la Unión Soviética en Londres de 1932 a 1943. Todo contribuía a la excepcionalidad del documento: la importancia de la misión diplomática de Maisky, que comenzó cuando la probable llegada al poder de Hitler anunciaba la guerra en Europa; el contexto soviético, marcado por purgas que diezmarían el cuerpo de oficiales y diplomáticos; y finalmente, la figura del embajador: hombre culto y de carácter, este militante revolucionario no dudaba en dedicar tiempo a escribir una obra de teatro en verso.

Al principio, en 1932, Moscú espera que Maisky se comporte como “un diplomático más cabal y como un comunista menos ferviente” que su predecesor. De hecho, desempeñará un papel protagonista en la tragedia que se está urdiendo en Europa, sugiriendo sus ideas y sus proyectos diplomáticos a sus interlocutores británicos para, más tarde, poder atribuírselos cuando los transmita a Moscú... Multiplicando sus contactos, que incluyen a la familia real y los círculos financieros, Maisky espera disipar la desconfianza entre ambas capitales, que sospechan mutuamente la intención de llevar a la otra a un conflicto con Alemania. La escena referente a la “escandalosa” complicidad que, entablada el 16 de noviembre de 1937 entre Winston Churchill y el embajador de la URSS, recuerda, por el contrario, que la decisión del establishment británico es por entonces claramente favorable a Alemania. Al año siguiente, los Acuerdos de Múnich, adoptados durante una conferencia europea a la que la Unión Soviética ni siquiera fue invitada, parecerán confirmar las sospechas de Moscú sobre este punto. De ahí que se produzca el estratégico cambio de rumbo de Moscú y el mazazo al pacto germano-soviético.

En sus comentarios precisos, redactados con la claridad que aún distingue a algunos de los mejores historiadores, Gorodetsky recuerda que el terror estalinista disuadía a cualquier responsable de escribir demasiado y, con más razón, de redactar un diario en los años 1930. Por eso, los cuadernos de Maisky, en los que trabajó durante quince años, nos ofrecen un documento aún más valioso y, a decir verdad, único. El testimonio de un diplomático soviético que, aunque temía ser llamado a consultas desde la URSS y a riesgo de ser ejecutado o encarcelado como muchos de sus colegas –el 62% de los diplomáticos soviéticos fueron víctimas de purgas–, buscó obstinadamente conciliar los intereses de su país y los de una de las principales capitales occidentales. Al leer su diario, podemos hacernos una idea de que esta tarea no siempre fue fácil...

Le Monde Diplomatique Nº: 240 Octubre 2015

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