sábado, 17 de noviembre de 2012

"LA HUELGA", DE SERGEI EISENSTEIN

Título original: Стачка/Stachka;
URSS, 1924;
Productora: Proletkult Production;
Director: S.M. Eisenstein;
Fotografía: Eduard Tissé (Blanco y negro);
Guión: Sergei M. Eisenstein, Valeri Pletniov, I. Kravchinovskii, Grigori Aleksandrov;
Reparto: Maxim Strauch, Grigori Alexandrov, Mikahil Gomorov, I. Ivanov, Ivan Klukin, Aleksandr Antonov, Yudif Glizer, Anatoli Kuznetsov, Vera Yanukova, Vladimir Uralsky, M. Mamin;
Duración: 95′
 
“No creo en el cine-ojo, creo en el cine-puño. Resquebrajar los cráneos con un cine puño.” ¹ (S.M. Eisenstein)

Sinopsis:
En la Rusia zarista, los obreros de una empresa están cada vez más descontentos con sus condiciones laborales y con el trato recibido por parte de sus superiores. La tensión es cada día más elevada. El director de la empresa comunica sus sospechas de un posible motín de los trabajadores a los altos funcionarios políticos y éstos envían a sus informadores. Aunque las nubes de tormenta ya estaban flotando en el ambiente es cuando un compañero, un obrero, se suicida al ser acusado injustamente de robo, cuando estalla todo y se produce la huelga. Las fuerzas policiales, apoyando a los dueños de las empresas y los accionistas, tomarán cartas en el asunto.

Comentario:

‘La Huelga’ surgió gracias a una idea del Teatro de la Cultura Proletaria (Proletkult), que encabezado por Valeri Pletniev encargó a Eisenstein una serie de películas que llevarían por título “Hacia la dictadura (del proletariado)”. Estos filmes debían contar la historia de la revolución rusa desde 1880 hasta 1917. Como no podía ser de otra manera, se centrarían en diversos aspectos de las luchas obreras. Se iban a rodar siete títulos, pero finalmente sólo se realizó ‘La Huelga’, que debía ser la quinta entrega del proyecto. En gran parte se rodó en exteriores de Moscú y alrededores, en 1924, año de la muerte de Lenin, hecho éste que marcó definitivamente el posterior desarrollo de la historia de Rusia y de su cinematografía. Se podría decir que esta película inauguró la edad de oro del cine soviético.
El argumento está basado en hechos reales. En concreto, según David Bordwell ², reflejaría las huelgas de 1903 en Rostov del Don, a las que se sumaron más de quinientas fábricas. El descontento se extendía y la represión era cada vez más violenta. Un dato significativo: en 1903, un tercio del ejército ruso en la parte occidental del país tenía asignadas tareas de «acción represora». Estos movimientos de protesta influyeron definitivamente en las protestas de 1905.
Aunque pueda sorprender, el tema principal de ‘La Huelga’ no es el trabajo. Sí, la historia que nos cuenta es la del conflicto entre la clase obrera y la clase dirigente, pero la reivindicación laboral está completamente superada por una lucha mucho más general y que pone en cuestión las estructuras mismas del sistema. Parece lógico, dado el momento y el lugar de realización de la película. La Rusia soviética de 1924 contaba con una estructuración social y una organización política que superaban la pura organización obrera, aunque esto puede suponer alguna contradicción en el desarrollo de la historia, ya que ésta se sitúa en la época pre-revolucionaria, donde las cosas no eran tan así.

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Mucho se ha escrito sobre el impresionante avance que supuso éste y los siguientes trabajos de Eisenstein en el lenguaje cinematográfico, innumerables inventos y hallazgos, novedosos recursos de montaje, metáforas visuales, planificación expresiva, etc. Sin embargo no se suele incidir demasiado en algunos aspectos igualmente novedosos en su estructura narrativa, quizá no tan espectaculares e influyentes en el cine posterior, pero que desde luego no merecen ser despreciados, como se ha hecho en algunos casos.
Para empezar, el protagonista absoluto del film no es un sujeto, sino un acontecimiento: la huelga. En torno a ella se articula toda la narración, y sus fases componen la división en capítulos de la película, convirtiéndose en un manual sobre el principal instrumento de la lucha de clases. Pero en realidad la que se nos cuenta no es una huelga laboral, a pesar de que es evidente el descontento de los trabajadores con su situación en la fábrica. Como decíamos, lo que en realidad está en juego es el derrocamiento del poder establecido. Los obreros ya no piensan sólo, ni principalmente, en mejoras laborales y así se manifiesta una y otra vez en los intertítulos. Tan solo una vez declarada la huelga se ponen a escribir su tabla reivindicativa. Probablemente en su época fuera de la Unión Soviética, o en la actualidad en sociedades desarticuladas como las nuestras, pueda ser difícil identificarse con obreros tan ambiciosos, o lo que es lo mismo, con fuerzas sociales tan potentes como para pensar en derribar un régimen.
Por otra parte, y siguiendo las consignas de Kulechov, el actor protagonista no es un individuo, sino un colectivo. Eisenstein ilustra perfectamente la teoría soviética de la clasificación por tipos y del héroe colectivo. Pone mucho cuidado en evitar que sobresalga un obrero sobre otro, en crear héroes o protagonistas al uso. No se nos oculta que hay cabecillas, dirigentes y acciones individuales, pero todas ellas, y sin darle más valor a unas que a otras, conforman una acción colectiva. No es en absoluto casual, el planteamiento obedece a la ideología soviética imperante en ese momento, como tampoco parece casual que este tipo de personaje colectivo carezca casi absolutamente de desarrollo posterior en la cinematografía mundial, producida en sistemas que abominan todo lo que no sea el individualismo.
Para Maxime Strauch ³: “Cada rostro vislumbrado debía aparecer como un componente característico del acontecimiento. dado que al hombre sólo se le veía unos instantes, tenía que tener un aspecto sumamente excesivo: su rostro debía ser, en cierto modo, una filosofía, un concepto del mundo”.

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Al contrario que los trabajadores, y como no podía ser de otra forma, los malos se nos muestran absolutamente individualizados. Aquí sí se construyen personajes típicos: el dueño de la fábrica, el capataz, los rompehuelgas, el jefe de policía… Cada uno con sus características, muy identificables y muy muy aborrecibles. Es verdad, son caricaturas, pero es que Eisenstein en ningún momento oculta que se trata de una película de propaganda. Lo que quiere es convencer y para ello no renuncia a nada, desde deshumanizar a los rompehuelgas mediante la identificación con animales, hasta mostrar a los dirigentes siempre como tipos repulsivos. El maniqueísmo es tan evidente y tan explícito que no resulta peligroso.
Por eso también entre los obreros no hay prácticamente disensiones, todos participan de la huelga, todos están concienciados, no hay esquiroles, los rompehuelgas son tipos del hampa contratados expresamente para ello. Esta es una de las cosas peor resueltas porque, como decíamos al principio, la ausencia de conflicto en el interior de la fábricas quizás fuese lógica en las estructuras obreras de 1924, pero no tanto en ese periodo pre-revolucionario anterior a 1917. Igualmente, resulta chocante que en un grado tan avanzado de organización política se carezca por completo de sistemas de apoyo cuando la huelga avanza y en las familias empieza a escasear lo básico. Es más que probable que en el tiempo en el que se desarrolla la película las cosas fuesen realmente así, pero eso se conjuga mal con lo que nos cuenta. En esa situación de hambre lamentablemente se recupera la individualidad, cada uno se apaña como puede.
Resulta también interesante la contraposición evidente que hace entre el trabajo y su ausencia. Durante toda la primera parte la vida de los obreros se limita casi exclusivamente al trabajo, siempre les vemos entre máquinas, grasientos, hablando a escondidas… Tan solo en sus cortos momentos de ocio aprovechan para ir al campo o darse un baño, donde siguen hablando de política, claro.

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Pero en una escena magistral, cuando ya han decidido ir a la huelga, tres imponentes obreros mirando fijamente a la cámara con aire desafiante, y en un fundido con una enorme rueda, escenifican el paro cruzando sus brazos mientras la rueda se detiene lentamente. Han parado la producción, han abandonado el trabajo y a partir de ese momento y por primera vez asistimos a escenas familiares: los animales de la granja con sus crías, los niños con sus juegos, las mujeres con sus labores… La contraposición entre el trabajo y la vida es evidente, convirtiéndose en una reivindicación de lo cotidiano y, por qué no, también de la pereza cuando ese trabajador continúa en la cama avanzada la mañana. Hasta las reuniones políticas las tienen en plena naturaleza, justo el mismo espacio donde antes los hemos visto pasar sus momentos de ocio. Porque la política sí forma parte de la vida, pero el trabajo…
Si por algo es recordada ‘La Huelga’ es por la magnífica secuencia de la brutal represión de los obreros por parte de las fuerzas del Estado, donde Eisenstein hace gala de su maestría montando en paralelo la carga contra los huelguistas con imágenes de matanza de animales, logrando aumentar de una forma espectacular el efecto de esas imágenes en el espectador.

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Como se señaló arriba, la película se divide en seis partes que se corresponden con las que podrían ser las fases de una huelga cualquiera:
1. Todo está tranquilo en la fábrica.
2. El pretexto de la huelga.
3. La fábrica se congela.
4. La huelga se prolonga.
5. Una provocación para poner fin a la huelga por la fuerza.
6. La liquidación de la huelga.
Así, la película serviría como modo de adoctrinar a los proletarios e influir en su conciencia de clase. Aunque, como ya hemos señalado, hay quien ubica los hechos en 1903, lo cierto es que la acción puede reflejar muchas otras huelgas que se produjeron sobre todo entre 1905 y 1917 y que acabaron de forma violenta. Así, en los últimos carteles de la película se recuerdan diversos lugares donde, en diferentes momentos, hubo represión con derramamiento de sangre de los huelguistas y se exhorta a los espectadores a que no olviden.
Según su colaborador Grigori Aleksandrov ³: “Consiguió una película revolucionaria, sin historia de amor, sin suspense policíaco, sin otro héroe que la propia masa, presentada como un personaje colectivo”.
¹ “El problema de un enfoque materialista de la forma”;  S.M. Eisenstein, 1925.
² “El cine de Eisenstein: Teoría y práctica”; Bordwell, David; Ed. Paidós Ibérica; Colección: Paidós Comunicación; Barcelona; 1999.
³ Citas extraidas de los extras del DVD “Octubre / La Huelga”, de Producciones JRB; 2004.

Fuente: Cine y Trabajo

VER "LA HUELGA" CON SUBTÍTULOS EN CASTELLANO (DE LA CINEMATECA DEL PCOE):

"LA HUELGA", PARTE 1:


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"LA HUELGA", PARTE 2:


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"LA HUELGA", PARTE 3:


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