domingo, 28 de noviembre de 2010

"LA JUNGLA", DEL ARTISTA CUBANO WIFREDO LAM


La Jungla
1943
Aguada sobre papel montado sobre lienzo
239,4 x 229,9 cm
Museum of Modern Art, de Nueva York
Fondo Interamericano

La Jungla fue pintado en Cuba y expuesto por primera vez en la galería Pierre Matisse de Nueva York. Provocó un escándalo a causa de su supuesta ferocidad, pero también a causa de que Lam se había negado a participar en una exposición de arte cubano que en ese mismo momento se estaba celebrando en el MOMA. Esta negativa fue motivo de su desacuerdo con el régimen cubano de Batista de entonces.

En muchos aspectos, La Jungla es típico de la obra madura de Lam. Hace uso de un polimorfismo que asocia las vidas humana, animal y vegetal; alude al arte africano y en especial a las máscaras africanas. Una composición atentamente integrada, como de friso, une cuatro figuras y entrelaza sus cuerpos en una espesura cada vez más densa de tallos articulados. Esta espesura, a su vez, ayuda a crear un espacio del cuadro que es al mismo tiempo claustrofóbico y perturbadoramente indefinido. Es, de hecho, una variante más ambiciosa del original “espacio plano” del cubismo sintético (como, por ejemplo, en las dos versiones de Tres músicos, de Picasso) donde las figuras y los objetos parecen flotar en una zona estrecha justo detrás del plano del cuadro. Las figuras de Lam están alargadas verticalmente gracias a sus brazos y piernas como tiras, los cuales apenas tienen algún modelado. Poseen pies enormes, torsos rudimentarios, nalgas y pechos a punto de reventar, hinchados como frutos maduros. Lam describió su intención al pintar el cuadro con las siguientes palabras:

Cuando lo pinté, las puertas y ventanas de mi estudio se encontraban abiertos y los transeúntes podían verlo. Solían gritarse unos a otros: “¡No mires. Es el diablo!”. Y tenían razón. De hecho, un amigo mío dice que en cuanto al espíritu está muy cerca e mis representaciones medievales del infierno. De todas maneras, el título no tiene nada que ver con el verdadero campo de Cuba, donde no hay jungla, sino bosque, colinas y campo abierto, y el fondo del cuadro es una plantación de caña de azúcar. Mi intención fue comunicar un estado físico.

Creo que desde mi infancia había algo en mí que me estaba llevando a este cuadro. El Aduanero Rousseau, usted sabe, pintó la jungla en El sueño, El león hambriento, Los simios, con flores y serpientes enormes. Fue un magnífico pintor, pero no la misma clase de pintor que soy yo. El no condena lo que sucede en la jungla. Yo así. Mire mis monstruos y los gestos que hacen. El de la derecha ofreciendo su trasero, tan obsceno como una puta. Mire, también, las tijeras en el ángulo superior derecho. Mi idea fue representar el espíritu de los negros en la situación en la que se representaban entonces. Yo he usado la poesía para mostrar la realidad de aceptación y protesta.

No obstante, una de las peculiaridades de La Jungla es que claramente no fue creado para un público latinoamericano (como sí lo fue la obra de los muralistas mexicanos). Su cometido fue describir la realidad de Latinoamérica, o por lo menos un aspecto de esa realidad, a la gente de fuera de la región.

Fuente: Edward Lucie-Smith

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